martes, 23 de agosto de 2011

Viento

Me dejé llevar por varias ventiscas, tentadoras corrientes de aire que me arrastraban sin importar cuanto quisiera imponerme, unas me tomaban de la mano amablemente, me empujaban inesperadamente hacia donde mis pies no podían tocar, me hacían danzar con el polvo de mis recuerdos incandescentes, vueltas y vueltas en el florecer de un éxtasis vacío, hasta que finalmente me soltaban, me contemplaban un poco y me dejaban caer…

Otras me ponían contra la pared y me oprimían el pecho, tan fuerte que sentí desfallecer;  se alimentaban de mi aliento, de mis suspiros, de todo aquello que dejara escapar; incluso robó la tímida sonrisa de aquel que espera con ojos sin brillo…

Por fin me encontraba libre de viento, cerré los ojos e intenté desaparecer, pero una sensación me recordó que aun estaba ahí, que aún existía, era otra ventisca que me recorría, se enredaba alrededor de mí, comenzaba a apretarse; me prepararé para recibir el primer golpe, sin embargo, este viento no me abofeteó, inimaginablemente, solo rozó suavemente mi rostro, no raspaba, era cálido y frágil... temí que solo fuera así para hacerme relajar y ser atacada por la espalda, pero no fue así, este viento no me llevo a ningún lado mas que al borde de la locura, me llevo a esperar a que este viento trajera consigo nubes grises que regalarían gotas cuyas caídas formarían una lúgubre canción...  
Me vió palidecer y se perdió en mi interno regocijo.

Comenzó a impregnarse en mi piel para convertirse en mi brisa eterna, se quedó con mi esencia para fusionarla con su naturaleza y pertenecerle, absorbiendo mi sombra para infectarme aun más, me elevé más allá de mis pensamientos y choqué contra las puntas afiladas de lo incierto, donde aun permanezco, paralizada, con los ojos cerrados otra vez, no quiero ver más.

Me pierdo a mi misma, logro desvanecerme, casi siento paz; momentáneamente esa herida se hace más profunda, me descubro a mi misma lacerándome, y en medio de cada punzada, todo vuelve a ser irreal, volteo y el viento sigue ahí, casi premia mi aversión, la engrandece, la oscurece…

Aleja de mí lo único que me queda, me sepulta bajo su grandeza, ahora sí me asfixia, no debí confiar, es tan sólo una corriente y no sé si quiero escapar, pero desde el fondo, indudablemente algo rasga la realidad, la rompe, la destruye…



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