lunes, 14 de noviembre de 2011

Lemonade

Un sonido titilante, una pausa.... otra vez ese sonido... y yo sólo voy acompañando la fluidez de la melodía, me arrastra. Una pausa tan eterna que es perfecta, un atravesar tan cautivador que no cabe en mis manos.

Dan saltitos, sí, saltitos, saltitos que bailan. Miro hacia el suelo, allá abajo no están las respuestas que no estoy buscando.Sólo sigo andando por la calle empedrada, el viento de sus palabras es ventisca, es un tornado estático, una columna de aire...suave.  Vuelve, todo vuelve, ahora somos cascabeles, sonamos, nos estrellamos contra el envase de nosotros mismos, de nuestro cuerpo metálico y agudo.

No debemos perder la sensación de flotar, mis dedos se sienten entre ellos, aunque saben que hay una barrera de espacio que jamás podrán quitar, en realidad mis manos no podrían tocarse nunca. Somos sólo un ente, una concentración de polvitos camaleónicos, que se tranforman en lo que sea que se necesite para darnos forma. Intersectamos nuestras propias ventanas y el movimiento tiene un leve sabor a limón, por algo será....

Estamos hechos de alfombra, de una palabra tan cómoda como "alfombra" .

Y ahora viene esa voz de "siempre" que se siente como un abrazo que se aleja, y bueno, la de la voz también es un cascabelito. Pero ella susurra... como si también fuera una nube.

Detrás de todo el plano natural, hay una interferencia, como en cualquier realidad, y una escala musical descendente, decadente, y de manera sencilla, todo termina...


Libre.